LA CENA (conto em espanhol)

Como todas las noches la cena está lista antes de las ocho, horario que mi esposo llega, por lo general, del trabajo. La casa estaba en perfecta orden, limpia y con un perfume de las velas aromáticas que encendí. Manzana y canela. En la mesa había una lasaña, pavo y vino tinto. Coloqué el juego de mesa de fiesta, era un día de conmemoración. Yo, así como el resto de la casa, también estaba impecable. Poné mi vestido más hermoso, rojo, colado al cuerpo con mangas largas de terciopelo, su cumplimiento iba hasta un poco antes de mis rodillas. Con mis tacones finos estaba mi sintiendo la verdadera femme fatale que siempre fue, pero había me olvidado.

A las ocho y media escuché el sonido del carro siendo estacionado en el garaje de la casa. Me levanté de pronto de la silla, ya había tomado una garrafa de vino, pero no dejé que el mareo mi ganase. Estaba sonrojada como si tuviera pasado maquillaje. Mi esposo abrió la puerta con una apariencia de cansancio, la corbata ligeramente floja y su pelo desordenado. Él suspiró para mí con un aire de quien no había tenido un buen día. "Pobrecito" dije a él mientras tiraba su chaqueta y dale un besito en las mejillas. Estos días en que llega tan cansado mi recordaba nuestros primeros años de casados. Más jóvenes, más dispuestos, as veces él llegaba del trabajo e íbamos directo para la cama hacer el amor. No se importaba con la cena lista o tampoco se estaba no medio de la preparación. Amábamos hasta que él estuviese cansado y después cenábamos o simplemente dormíamos. Mi recuerdo también de me quedar contando las horas para que él entrase por la puerta.

"La cena está lista, a penas esperando que usted quiera cenar"

Él me respondió con un sonido de afirmación, sabia que algo debería ter pasado con él y que tampoco estaba bien, pero no quería insistir que él hablase más, entonces apenas tiré la lasaña y el pavo del horno, que había ponido para dejar caliente, y le serví un vaso de vino. Él miraba el vaso con un mirar distante y parecía estar muy pensativo.

"Querido, hoy encontré con Marta, nuestra antigua vecina, en el super"

"hum" fue la única cosa que él me respondió, continué a hablar para tentar distraerlo.

"Cuando pregunté a respecto de sus hijos y su esposo tú no sabes o que ella me contó". Pausé mi explanación para procurar un cuchillo bien agudo para empezar a cortar el pavo. Fue este momento que él me miró por la primera vez en la noche. Un mirar extraño.

"¿Tú no habías parado de cocinar carné? Estamos sin comer carne a un mes". Me contestó. Sonriendo respondí.

"Hecho eso por ti querido. Sé que estás muy estresado con el trabajo y quería que tuvieras una cena especial."

"hum" fue la única cosa que respondió y volvió a mirar el vaso que ahora yo llenaba con más vino. Volví a hablar.

"A respecto de Marta. Ella me contó que está se separando. ¿Acreditas?"

"hum." Con su vaso lleno volví a cortar el pavo.

"Ella descubrió que su esposo estaba haciendo trampa" Paré de hablar un poco y fui hasta su plato para dejar un buen pedazo de pavo. Mi esposo me miraba con confusión y yo a penas sonreí. Lo amaba tanto. Paré un momento después de colocar la comida en su plato y miré mi reflejo en el cuchillo misturado con el aceite del pavo... Estoy realmente hermosa hoy.

"Querido" hablé todavía mirando mi reflejo. "Sabés que te quiero muchísimo ¿no?" Volví mi mirar para mi esposo que parecía un poco más despierto do que cuando había llegado en casa. "A 10 años estamos casados y ya pasamos por muchos momentos difíciles, creo en Dios que este también será un momento pelo cual vamos a pasar." Le miré con todo mi amor y empecé a hacer cariño en su cara con la mano libre. Él ahora tenía más arrugas y ya no era el joven que conocí. Además sus arrugas también tenía una pequeña marca de quemado cerca de la boca de cuando tentó hacer el fuego para un churrasco y acabó quemado. Me recuerdo de me quedar mucho preocupada con él, de casi llorar pensando que podría ter llegado a uno de sus ojos. Él ría de mí, me pedía para tranquilizarme y me besaba tiernamente. Mi esposo cerró los ojos aprovechando mi cariño. Continué.

"Yo te amo, con todo mi corazón y la mía alma, dediqué toda mi vida hasta hoy para cuidar de nuestro lar y ser una linda familia. Yo repito o que hablé en nuestro casamiento. Soy tuya, hasta que la muerte nos separe" Este momento golpeé el cuchillo en su estómago, fundo. Él, como quien despierta de un sueño, levantó en un sobresalto y me alejé mientras que sus manos sé quedaban llenas de sangre, así como su camisa y después el piso que hoy había limpiado con tanta dedicación.

"¿Porque hiciste eso, estás loca?" gritaba él. Parecía no acreditar no que acababa de pasar.

"¿Porque me traicionaste, estás loco?" Le pregunté seria y calma mirando su desespero. Con pánico, en un momento él miraba para el cuchillo en su panza y en otro miraba para mí, como quien no estaba acreditando en o que estaba pasando. Mi esposo limpió el sudor de su cara que ahora estaba pálida y sangrienta. Él tentó ir hasta nuestro cuarto donde había una arma, pero yo ya esperaba eso y me quedé en frente a la puerta. Cuando él iba a tentar me tirar de frente de la puerta yo saqué el cuchillo de su estómago y golpeé de nuevo.

"¿Por qué me traicionaste, esposo?" Él empezaba a caer en el piso y yo lo acompañaba hasta su cuerpo estar todo acostado. Él hacía "no" con la cabeza.

"No tientes mentir más. Yo perdoné las primeras veces, pero no puedo más. Cuando tú me pidió que no embarazarse, entendí. Cuando pidió que abortara porque no era el momento, entendí. Te apoyé, dediqué 10 años de mi vida a usted y mismo así tu hablaba para sus amantes, sus amigos, que yo era una mujer que nada hacía y que solo reclamaba." En este momento yo ya lloraba y él palidecía cada vez más, pero no alteré mi voz o mi tono. Las lágrimas pasaban por mi cara y eran tragadas por mi boca. "Nunca reclamé. Te amé con todo mi cuerpo y así me respondiste?"

Algo como un gemido de dolor salió de su boca, pero él no consiguió formular ninguna oración. Cerró sus ojos. Lloré porque amaba este hombre y porque nuestro amor sería hasta nuestra muerte.

Después de velar el cuerpo muerto de mi marido me levanté y fue hasta un de los armarios de la cocina. Dentro había una garrafa con gasolina. Llorando, derramaba el líquido por toda la cocina. Miré una última vez para el cuerpo de mi marido en el piso. Besé su cabeza y cerca de la puerta dejé caer una de las velas y el fuego empezó a consumir todo. Consumía toda nuestra vida juntos.

Salí caminando por la calle hasta llegar a un bar de esquina. Nunca había ido allí porque no era un lugar para mujeres respetadas como yo y tampoco mi esposo gustaba de mi ver bebiendo.

No sé exactamente cuantas cervezas yo bebí. Sé que escuché el sonido de los bomberos, de la policía, el aviso de prisión... Yo ría tanto, no conseguía me controlar, soy finalmente una viuda. El policía me preguntaba varias cosas, yo sé por qué ahora me contaran, y yo estaba tan embriagada que nada conseguía responder. Me da risa pensar en eso.

Ayane Camila
Enviado por Ayane Camila em 16/04/2020
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