¿QUÉ HISTORIA YO GUARDARÍA EN UNA CAJA?
Entre muchas historias yo guardaría en una caja las múltiples mañanas en que arrancaban a mi nietecita de cuatro años de la cama; muy temprano la vestía, le daba la mamadera y con ella aún dormida me dirigía a la parada del autobús. A la hora seis el señor Godoy nos recibía sonriendo. Yo con los brazos cargados con ella y los útiles escolares, procuraba hacernos lugar. En José de Alencar tomábamos otro ómnibus y la pequeña continuaba durmiendo profundamente.
En la escuela, subía cuidadosamente los escalones y la acomodaba en dos sillas. Cuando el timbre sonaba, ella sonriente abría sus ojitos y toda dócil me decía:
– !Abuela, yo te amo!