Somos dos que renacen...
Somos dos que renacen
de las flores del orgasmo eterno,
descubierto por los Dioses, cuando
crearon la perfección, llamándola amor.
Eres tú quien me dio refugio.
En un pubis de rosas te amé.
Somos de la heresia, ¡amantes!,
conocemos imperfecciones.
En ti floreció amor del placer.
Noches de luna llena busqué;
las encontré reflejando aquella
perdición que nos arrebató.
Mi cuerpo siente deseo.
Más, nada. Necesito las rosas, ¡las flores!
Esta distancia no la quise.
Te amo pero estás abandonada.