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La ñu ha sentido que es tiempo de apartarse de la manada que pasta inquieta en la sabana. Una banda de licaones se lanza contra el grueso del grupo, mientras que el viejo macho, recién destronado, dirige su atención a la hembra que se aleja en otro sentido. Ha olido la vida.

El crío le transmite a la madre su deseo de salir, pero ésta se ha puesto nerviosa al ver cómo, uno a uno, los perros salvajes se unen al viejo macho en sedienta espera. El nuevo jefe, inexperto al dirigir el ataque, se adelanta y queda sin remedio al alcance de la ñu, quien lo recibe babeando de rabia. Los demás mantienen sus posiciones y esperan...

No debe pensarse que el pequeño búfalo haya sufrido demasiado, porque quizás no concibiera, en su temprano instinto, que la vida fuese más que eso: una ráfaga de estéril movimiento en medio al olor de los pastos flotando en el aire caliente; con dentelladas y grruñidos a lo largo de su cuerpo...La hembra regresa a la manada.

valentina
Enviado por valentina em 06/09/2007
Código do texto: T640915